
La XVII bienal de fotografía se exhibe en el Centro de la Imagen en la Ciudad de México. Cuarenta y nueve son los artistas seleccionados de 867 propuestas. Esta edición ha atraído una lluvia de críticas e interrogantes pues no se centra el uso de técnica y habilidad con la cámara y sus accesorios. En si la fotografía no es la protagonista. Muestra más el uso de medios alternativos como la instalación, el video y la pintura, además del recurso de la investigación de archivos y recopilación de imágenes anónimas o promocionales de internet. Debido a la diversificación de técnicas, medios, soportes y dispositivos se deja de lado la presentación bidimensional, la selección «responde a los intereses y a las prácticas más vigentes» asegura el jurado integrado por Noé Irving Domínguez, Amanda de la Garza Mata, Patricia Elena Mendoza, Joshua Okón e Yvonne Venegas Percevault, además de la directora del Centro de la Imagen, Itala Schmelz.

La tendencia general del arte contemporáneo es romper moldes, ver más allá del rígido molde de la tradición y lo convencional. Una muestra más de la institucionalización de la supuesta libertad creativa, cualquier cuestionamiento puede ser sorteado con la justificación adecuada. A pesar de lo indicado en el nombre, parece más una bienal de instalación y de teoría de la imagen. Se aclama a la osadía, la recopilación de anécdotas interesantes y la experimentación sin método. Incluso no es necesario usar una cámara, la búsqueda de imágenes, modificación y buena presentación tiene cabida.

Efectivamente, la bienal responde a los intereses y situaciones de estas primeras décadas del siglo XXI. Estamos ante un océano de sobreproducción de imágenes. Saturación y fácil acceso que muchas veces es un fugaz vistazo para ser retenido por poco tiempo. Hay proyectos interesantes sobre reflexiones en torno a las imágenes y su uso como supuesto refuerzo de la memoria, documentación de la «realidad». Las imágenes impresas o digitales pueden deteriorarse, manipularse, embellecer las versiones o convertirse en un registro de un personaje anónimo condenado a ser una cifra más. Para esto se apoyan (o ausencia completa de lo que tradicionalmente concebimos como «fotografía») en medios no bidimensionales: La instalación, el fanzine, el libro de artista, el video, la pintura y la escultura. La mayoría de las piezas parecen nimiedades o elucubraciones a primera vista. Acercándose a la ficha y leyendo un par de párrafos, el visitante puede comprender y sorprenderse de la metáfora o historias detrás de la imagen. (Muy recomendable ir temprano y sin prisas para ver cada una de las obras).
Las temáticas son similares: violencia, decadencia social, documentación personal, recuerdos y la investigación, «echarse un clavado», en archivos o lugares olvidados, principalmente a través de redes sociales en internet y recortes de periódicos. La fotografía no es un fin, es un medio más. Lo importante es la reflexión de la imagen y los asuntos que pueden ser registrados con esta. A fin de cuentas la imagen es una representación más de la realidad. Dicho esto, no es una bienal de fotografía, es una de el uso de la imagen en el arte contemporáneo. La técnica, acabados estéticos, habilidad en cuanto al uso de la cámara no son necesarios, a veces disparar una cámara si quiera es útil para la bienal.

Los dos primeros lugares recibieron un premio de $120,000 pesos para cada uno. El primer lugar fue para Sofía Ayarzagoitia con su proyecto Every night temo ser la dinner que es la documentación cotidiana de las relaciones entre la artista y las personas retratadas. Se explora la memoria, la ficción, el tiempo, el espacio y la expansión del cuerpo. Las fotografías permiten sobrevivir y no sucumbir ante la abrumadora cantidad de imágenes de carácter social que harían perder el sentido. El segundo lugar se lo llevó 26 Used to be Gasoline Stations in Mexico de Diego Berruecos. Tiene como inspiración una obra muy similar del artista estadounidense Ed Ruscha. Una serie de fotografías de gasolineras abandonadas por malas administraciones convertidas en otro tipo de negocios o en lotes baldíos. Una proyección de lo que pasa con PEMEX destinada a ir a la quiebra, ad hoc con el descontento social por la dependencia económica con respecto a la extracción de petróleo y elevados costos de la gasolina.