En esta era digital es sumamente fácil descargar contenidos y productos culturales: audio, textos, imágenes y video, pero desde hace tiempo se han querido forzar medidas para proteger la propiedad intelectual, que a su vez limita el acceso al material. Existen otras posturas en favor de compartir libremente la información, no sólo para disfrutar, también para crear. Para indagar más en el tema entrevisté a Sergio Medrano, Maestro en Artes Visuales en la orientación de Arte Urbano por la Escuela Nacional de Artes Plásticas (hoy Facultad de Artes y Diseño) de la UNAM. Profesor en esta misma institución, imparte materias como Videoarte y Nociones de Cibernética.

¿Cómo pueden ayudarnos, a los artistas y diseñadores, la cultura libre y licencias como Creative Commons (CC)?
Lo primero que hay que hacer es una clasificación muy «express». El copyright está pensado para obras objetuales (pintura, escultura, fotografía, etc.). En este caso tiene una razón de ser, porque el objeto existe como tal, y es por él que estás haciendo el pago, el consumo, la adquisición. Lo que sucede con CC es una opción con su tipo de formatos nuevos de arte, que es precisamente lo digital: la obra literaria, las piezas audiovisuales como la animación y el video, y la música. Son obras que se pueden colocar o subir en la red dentro de la arquitectura de software libre. Creo que esas tres áreas del arte implican una nueva dinámica de consumo porque no hablas de un objeto particular, ya no hablas de una obra única, sino de lo que ahora hablas son las copias. La copia de ese video, de esa animación, de ese libro o de ese audio.
CC es el tipo de licencia que te permite amparar a ese tipo de obras que se manejan en otro tipo de discurso. Evidentemente el audio, la obra literaria y el video ya existían antes, pero en un estado físico. Es decir, tú comprabas la película, comprabas el CD, que era tangible, y lo tenías en casa. Pero tenías que hacer todo un proceso, o sea, tenías que ir con un intermediario, sea x discoteca o la librería x a donde ibas a comprar eso. Lo que dice CC es que ya no tienes que hacer eso. Pueden entrar a internet y, si sabes la dirección del sitio específico, tú puedes acceder a esa obra. Lo primero que uno diría es que tú puedes descargarla, como con algún plug-in que te permita descargar eso a tu computadora «sin necesidad de comprar nada». El asunto aquí es de que aparentemente es perjudicial para el autor, que no es una cosa en ningún sentido cierta. Si se revisa la licencia, te da una serie de alternativas en las cuales lo que tú estás haciendo es el principio básico de la cultura libre, es compartir conocimiento, no lucrar con el conocimiento.
En contraparte con el formato físico y con el modelo copyrigtht, fuera una obra sonora, una obra visual, una obra literaria, sí había un cierto lucro al comprar el libro o lo que fuese, pero no en beneficio del autor o de sus ideas, sino de la editorial que hizo el proceso del armado y de presentarlo al público de cierta forma. Hay un intermediario que tiene que ser tomado en cuenta para que saque ganancia de ese proceso. En CC ese intermediario se quita, el trabajo va directo del creador al consumidor. Puedes entrar directamente a su sitio.
La gente está acostumbrada a descargar imágenes, películas y música de manera gratuita. Entonces, ¿cuál puede ser el modelo de negocios viable para los artistas?
Las licencias CC no son para un uso sin afán de lucro. Si revisas los diferentes tipos de licencias te darás cuenta de que hay desde la licencia que sólo es para el puro consumo que puede ser con fines pedagógicos o didácticos, hasta la licencia que indica «si usted quiere hacer una donación o pago en especie, lo puede hacer». Las características de cada licencia de la obra dice: «ésta obra es reproducible y no puede ser usada con fines de lucro», o «ésta obra sí tiene fines de lucro, cada vez que la cite, la tome, la guarde, la exhiba, por favor tiene que notificar y tiene que dar las regalías de ese trabajo”.
Uno puede decir que cualquiera puede usar las obras sin que el autor se entere. Eso depende de cómo el autor monitoreé su trabajo. Si no se cumplen las especificaciones de la licencia, como yo me amparé bajo éstas, por supuesto que puede ser como en los casos de copyright, iniciar un proceso de juicios legales por no cumplir con los principios de la cultura libre. Sí existe forma de lucrar con estas licencias, el asunto es que la forma en la cual se recibe el dinero ya no es de la misma manera en la que estamos acostumbrados con una obra de índole objetual porque estás hablando de copias. Lo que han hecho muchos artistas es usar la donación o un costo mínimo porque se eliminan toda una serie de intermediarios y el producto va directo al consumidor. Por ejemplo, si llegas con el artesano que está en la calle vendiendo su producto y preguntas «¿cuánto cuesta la pulsera, el dije, etc.?», y automáticamente responde «es tanto«, si tú ves ese precio en comparación a si tú vas a un Sanborns [tienda departamental famosa en México], o vas a otro tipo de galerías en donde exhiben quizá una mercancía similar, te preguntarás «oye, ¿por qué cuesta más?». Por el hecho de que te van a dar un empaque, una bolsa con el logo de Sanborns, ese estatus de que puedes entrar a ese almacén y comprarlo.
La cultura libre está rompiendo con ese tipo de paradigmas, el consumo es directo con quién lo hace. Quizá sea más enriquecedor: al quitar al intermediario yo no tengo por qué pagar ese precio excesivo, pago lo que es. Algo que es muy interesante es que rompes con ese estatus social-económico de ciertas personas. ¿Cómo es posible que determinado tipo de artista, nos guste o no, se embolse esas cantidades millonarias? ¿Cuánto de esa cantidad realmente la recibe? La disquera, la distribuidora, los diferentes tipos de patrocinadores, están de por medio, son los que insisten en que en la expo de tal artista la x marca debe de estar presente. A través de CC ya no me tengo que sujetar a que sea una estructura de cultura hegemónica y de consumo de ciertas manifestaciones que dictaminan los medios, yo puedo conocer a otro tipo de artista, si tú quieres más genuino o más honesto en su manifestación.
Entonces, el que es artista, vamos a decirlo, «de a de veras» va a hacerla. Si yo consumo esa obra, ese álbum, ese libro, esa pieza de video, ¿qué voy a hacer? Primero, voy a compartirlo. Dale like, compártelo por x red social. Si esa obra que compartes viene con la licencia que dice «por favor, avíseme cuando lucre porque tiene que pagar un porcentaje determinado», ya no tiene sólo un consumidor, en mi red social predilecta o con mis amigos con gustos similares pueden decir: «¿sabes qué? somos diez, vamos a comprar esa copia, ese video». Lo que sea, la ganancia existe, pero no a lo que el sistema de consumo nos ha marcado de que debe ser exorbitante. ¿Por qué debemos pagar para un boleto de un concierto tal cantidad? ¿Por qué para el museo debemos pagar tal cantidad? Ciertas instituciones entran a este terremoto, a ser las más dañadas, pero si las dañas es porque sus estructuras se han vuelto tan rígidas que permiten que en algún movimiento, por muy leve que éste sea, existan fisuras, y entonces entran otros tipos de propuestas.
Sí hay chance de que el artista gane. Primero tenemos que educar al artista, quítate de la mente de que van a ser cien millones de dólares, o cincuenta millones de libras esterlinas que Demian Hirst u otro artista gana. Son casos extraordinarios o todos ganamos eso, pero la pregunta también es: ¿qué haces con todo ese dinero? ¿Para qué quieres cincuenta millones de dólares? Sigues alimentando el tipo de industria que se opone a que exista CC y la cultura libre.
Este sistema cierra el acceso hacia las obras: si quieres hacerlo, tienes que hacerlo limitadamente o con permiso. ¿Crees que está peleado el copyright con CC?
M: Yo considero que no, pero hay que especificar para qué sirve cada uno. Yo no puedo poner mi escultura, mi pintura, bajo el decreto de CC porque no es una pieza pensada bajo la sintonía digital: para que sea disponible. Para que mi pieza sea consumible, que alguien la pueda observar o comprar, tiene que ser en esta realidad tangible, ir a la galería. Ese tipo de consumo está amparado con el copyright porque la obra es original en el sentido de que es única, y lo que adquieres es la unicidad del objeto artístico, si quieres llamarlo fetiche. Las dos licencias existen, pero para espacios diferentes. Uno es tangible, que le da prioridad al objeto, en el otro se le da prioridad a la copia, porque las obras así dialogan.
Nosotros como artistas sabemos que hay antecedentes previos, el grabado o la fotografía. A veces haces un tiraje de cincuenta copias de autor para cincuenta personas que te lo piden, y el master o matriz, ya sea la tabla o el negativo, lo sigues conservando tú. Podrías hacer ese tiraje, ahí lo que entran son ciertos detalles de orden legal. Este tiraje está firmado y son exclusivamente cincuenta, tienes que hacer caso a eso, no puedes imprimir cincuenta y uno, cincuenta y dos, porque tú oficialmente dijiste que de esa matriz solamente pueden salir cincuenta copias para los compradores. En el entorno digital no existe eso, yo puedo sacar mi copia y si alguien más la quiere se puede reproducir, descargándola y demás. La cuestión de cómo se protege es el CC, que te da diferentes opciones.
De los seis tipos de licencia, la primera es la más abierta y la última es la más cercana al copyright, donde sí existen una serie de candados legales en el bien de proteger tanto la obra como el posible afán de lucro. Si comenzamos a educar en esos términos a las personas en cuanto a un consumo digital, podemos saber que, el día de mañana, estos tipos de proyectos crowdfounding como Fondeadora o Patreon pueden tener un impacto más interesante, pues ya no debo de hacer el gasto de millones. Puedo dar diez pesos si eso creo suficiente, y no porque considere que la manifestación artística es de diez pesos, por ponerle un valor económico, sino más bien del hecho de que es la forma en la cual yo contribuyo a que ese proceso sea llevado a cabo.
Quiero hablar de un caso, el de Ecuador con la piratería. El combate a ese siempre se reduce a destruir material y a perseguir a las personas del eslabón más débiles, que son los vendedores directos. Muchos de ellos son, vamos a decir, muy artesanales en su forma de producir, pues no son cantidades industriales en donde estén copie y copie. En ese país, al intentar apoyar los grupos pro-copyright, se dieron cuenta de que tarde o temprano la batalla se va a perder porque entraba un factor que no se tomaba en cuenta: el consumidor. Si el consumidor tiene un poder adquisitivo grande, no tendrá problemas en ir a pagar lo que se le solicita a una tienda o una marca, pero en un país con una economía, similar a la nuestra, precaria, tú no puedes pagar los trescientos pesos aunque quisieras por x obra cuando tardas 18 meses en conseguir esa lana, o mejor vas a ese almacén de piratería a comprarlo a precios más accesibles. Tuvieron que negociar con esas asociaciones, con este tipo de vendedores, y lo que decidieron es legalizar esas estrategias. Hablar con lo equivalente a instituciones locales como ANDA, IMPI, INDAUTOR, etc. ¿Cuántas copias de sus obras se venden? Claro que ha bajado, porque las copias se han descargado, se consiguen de otra forma, ¿por qué no hacemos lo siguiente? En vez de que las obras estén en grandes escaparates, llévenlos con los vendedores directos, que no pasen por un tercer o cuarto intermediario. Esto implica que la copia sea más barata, pero lo que se empieza a adquirir es material original. Se crea una cultura y una educación por conseguir material original.

C: En México, nuestra cultura digital y de consumo es muy precaria. Para las personas es común descargar imágenes, video, audio etc., pero no están dispuestos a pagar precios ni multas de propiedad intelectual al ser cotidiano y fácil el acceso a los archivos. Parece algo sin importancia. Por esto mismo el crowdfounding ha tenido muchas dificultades en nuestro país. ¿Qué se puede hacer por educar digitalmente a la gente?
El concepto indicado es empezar a educar a las personas, si es que no queremos seguir estigmatizando este tipo de economías informales o si no queremos tener problemas con el consumo de nuestra obra. La situación de vivir en una cultura digital implica que debemos se ser ciudadanos de esa cultura digital, luego entonces todos estos paradigmas que tenemos en este mundo no funcionan de la misma manera, tienen que ser estudiados y propuestos de otra forma.
Usted consumidor, quítese de la idea de que internet es gratuito ¡No lo es! Tiene un costo. Que usted pueda conectarse desde varias computadoras en su casa no significa que sea gratuita, usted paga una renta. Nosotros le pagamos a un distribuidor de internet que está a su vez concesionado por la Secretaría de Comunicaciones, en el caso de México, que establece las tarifas. Desde ahí hay un principio que se debe de erradicar. Es un poco lo que sucede con la televisión de paga: ya está muy bien asimilado que tú tienes que pagar mensualmente por ver esos canales, esa señal no es gratuita. El consumo casero tiene un costo. Si este primer punto se puede erradicar, podemos seguir adelante con los demás. Tenemos que decirle al consumidor que cada vez que usted descargue eso, tiene que tomar en cuenta qué tipo de licencia de derecho de autor tiene.
Nosotros, como autores, tenemos que aprender a estudiar el CC, saber cómo poner esa licencia a nuestra obra, desde que lo hacemos está totalmente protegida en cuestiones de internet. Hay que decirle al consumidor de internet que cada vez que descargue algo, aprenda a leer los metadatos. Ahí indica qué licencia tiene, con qué programa fue hecho, la calidad del equipo, etc. Entonces hay que ver de esta página qué elementos están bajo CC, es posible reproducir, es posible modificar, es posible hacer obras derivadas, etc. Atención, porque pueden entrar a problemáticas legales En un país como el nuestro, eso puede ser banal o nimio, pero si logramos educar en ese aspecto, tendremos ese tipo de consumidor que va a su vez a ser consciente de que va erradicando otro tipo de consumo. Si no, llegamos a lugares extremos como lo que pasa en YouTube: a veces, si quieres descargar con un plug-in o ver tal video, aparece un anuncio o código ilegible y debes pagar para verlo. Te obligan a ser un usuario de YouTube, tienes que entrar forzosamente a la página cada vez que quieres ver eso y eres susceptible a la publicidad del sitio. Se puede evitar esto si damos las alternativas de lectura de contenidos. No sabemos cómo vaya a evolucionar este tipo de reformas sobre comunicaciones, pues nunca se especifican cuáles son los delitos que puedes infringir, no sabemos cómo piensa actuar la cuestión jurídica del país.
Aprender todo esto es como aprender a andar en bicicleta. Yo me considero un ciclista, el problema de la Ciudad de México es que no había un reglamento, y ahora que lo hay persiste el desconocimiento, entonces te vuelves víctima como victimario. Puedes atropellar a alguien y puedes infringir todas las leyes al subirte a la banqueta, ir en sentido contrario, etc. Tenemos que educar al ciclista de la misma manera como tenemos que educar al consumidor de obra digital a manera que sepa que tiene algún tipo de licencia que le permita tener una copia en su computadora y a veces tendrá la valoración de aportar algo. De lo contrario, puede que tengamos una serie de complicaciones más adelante.