Dicen que el humor es una válvula de escape, una necesidad para resistir los embates de la vida diaria. La crítica, el análisis y la opinión son igualmente necesarias para el trabajo cotidiano, para observar aciertos y fallas. Qué mejor que juntar todo esto en las manos de un dibujante para usar línea, forma, color y más elementos de la comunicación gráfica para informar a la vez de mofarse de, comúnmente, funcionarios públicos en una parte muy importante para el periodismo: la caricatura, cartoon o cartón político/de opinión; «la caricatura es más cabrona que el dibujo», dice Antonio Garcí. Comparto con ustedes algunas de las notas y reflexiones del 1er Congreso Latinoamericano FILO de cartón político, ilustradores y dibujantes.
Este congreso surge de una idea concebida hace 3 años para juntar a los mejores dibujantes de cartón (hablemos con este término) de Latinoamérica y algunos invitados europeos. Por gajes del oficio, los moneros se conocen entre ellos, pero no había un evento ambicioso para profundizar sobre el tema. CartónClub es el principal organizador del evento, y es a su vez una agencia que reúne el trabajo de muchos dibujantes de todo el continente para que sean comprados a precios accesibles y dignos, sin trabas de intermediarios y con transparecia (o sea, saber quién compro el cartón y en dónde será publicado, pues muchos dibujos son fusilados y el autor lo ignora). Todo esto a través de Internet, la mejor herramienta de la contemporaneidad globalizada para nosotros, los creativos y artistas (me incluyo. LOL). Hay tres temas principales de los que quiero escribir: La libertad de expresión, la necesidad del humor y la pregunta «¿esto es arte, periodismo o, qué es?».

Libertad de expresión
Tema recurrente en el periodismo, ya ni se diga en México, donde es una profesión peligrosa por las amenazas tanto del gobierno como del crimen organizado. La censura es ejercida y combatida todos los días. Puede ser que los dueños de la editorial teman por represalias y no permitan que se publique una nota, que los editores consideren el tema inapropiado o incluso saber cuando un trabajo de verdad está fuera de lugar o subido de tono, para ser guardado esperando que en alguna exposición o edición especial en años posteriores (cuando ya no haya bronca) pueda salir sin restricciones al público.
Todos los ponentes del congreso están de acuerdo en que ejercer la profesión es un deber moral. El periodismo no es contar chismes y descalificar a rivales (lamentablemente sí hay «periodistas» así) y menos el del dibujante de opinión. Como dije antes, es necesaria la crítica y señalar los errores cuando éstos se quieren ocultar, peor cuando funcionarios públicos sustentan un sistema de gobierno podrido por la corrupción e infiltrado en diferentes niveles por el crimen organizado. Es un deber el exigir a esas personas que rindan cuentas de su trabajo. Rafaél Pineda “Rapé” lo ejemplifica con Veracruz, que es reflejo de lo que pasa en muchas partes del país: el gobierno del estado tiene miles de medios a su disposición, ya sean comprados o amenazados. Un medio a través del cual los periódicos tienen presionados a los periodistas es pagándoles una miseria con contratos de exclusividad. Los dibujantes se vuelven ilustradores de un solo punto de vista con el objetivo de atacar al partido político enemigo, y es peor cuando mangonean a los jóvenes aprovechándose se su inexperiencia y necesidad al egresar de instituciones educativas.
Una excusa pendeja (me permito la expresión) que se escucha frecuentemente en el medio es «él/ella se lo buscó”, cuando se da la noticia de que un periodista es encarcelado, castigado o asesinado por hacer su trabajo. Es necesario que el periodista informe a la sociedad, parte del trabajo es destapar abusos y corrupción. Se respira constantemente miedo al ver lo que le ha pasado a colegas, pero a pesar de eso el periodista sigue con su labor ante la necedad de los medios oficiales y campañas publicitarias de mostrar sus «virtudes». Hay casos como el del periodista asesinado Rubén Espinosa, el ataque a la publicación Charlie Hebdo o la salida de la radio de Carmen Aristegui que son ejemplo de la intención de callar voces que no están de acuerdo con seguir el juego de hacerse de la vista gorda.

La necesidad del humor
El dibujo es una forma de comunicarse construyendo una imagen. Depende de la habilidad e ingenio del dibujante el hacer llegar mensaje, pero la diferencia del dibujo artístico y el cartón o caricatura es el humor. Antonio Garcí dice que la caricatura es más cabrona pues es la exageración de las verdades, es una síntesis. Pero, ¿Hasta dónde se puede llevar el humor?
Un tema citado frecuentemente en el congreso fue el ataque a Charlie Hebdo por mofarse de la religión musulmana. Hay quienes condenan enérgicamente ese atentado a la libertad de expresión y hay quienes alegan que se pasaron de la raya o que se metieron con temas demasiado sensibles. Jorge Pérez Penné «Penné» aboga por un trabajo artístico que no ofenda sino que construya: «No a todos tienen que gustarnos chistes de pedo y cola».
Se han abusado de los chistes baratos y de albures en este país. El trabajo del dibujante puede ser fino, que dé mensajes más elaborados, otras trincheras pueden construirse para derribar estereotipos y mermar los cimientos ideológicos de un régimen. Penné llama a no insultar a la inteligencia del público y se demuestra como una persona preparada, inteligente y que defiende firmemente sus opiniones. Él habla de tener ciertas reglas que fueron consejos para un código de ética profesional por parte de Carlos Marín: no vulgaridades, no escatologías y no animalizar personajes. Fue muy criticado por sus colegas, sobre todo por mencionar a Carlos Marín. Las réplicas y explicaciones tienen puntos muy fuertes. Concuerdo más con los otros:
«Portarse bien no sirve de mucho en la sociedad», responde Patricio Ortíz «Patricio». Es claro que conviene a las cúpulas del poder tener personas apaciguadas, dormidas, conformes, calladas. La risa te mantiene activo, despierto y es mal vista por la disciplina. En muchos lugares hay que estar callados y rectos, como en la escuela o la iglesia. Hay quienes clandestinamente y en secreto llevan sus revistas o cómics para entretenerse, para escapar de la obligación, para resistir. Muchos de los ponentes eran aficionados de niños a los cómics o a dibujar sin prestar atención a cosas «serias e importantes».
El fin de la caricatura es que rías, y por eso usa el humor, que muchas veces va de la mano de la vulgaridad y las groserías. El humor es transgresor, y la misión de la caricatura es empujar los límites, ser salvaje. Hay un gran problema con «meter en cajitas», recalca Patricio, lo que está bien y lo que está mal. Juan Nava «Nava» dice que hay medios que quieren crear un pensamiento homogéneo para la sociedad. Pues contra eso la caricatura es un medio para pensar diferente, es un medio para insultar con la verdad (un buen monero se informa bien para hacer una caricatura chingona). Es una responsabilidad cívica ante un público popular.
La realidad es que en nuestro país las groserías son la manera de hablar. «Si haces la caricatura de un narco, obviamente no hablan finamente» dice Ricardo Sánchez Bobadilla «Bobadilla», se pendejean entre ellos, la gente se insulta constantemente, irónicamente así se bromea y hasta se demuestra aprecio en nuestra cultura mexicana. Se hacen chistes con vulgaridades, pero para hacer un buen chiste se necesita un humor inteligente, no es insultar por insultar, responde Patricio a Penné.
Poco a poco se han tirado los tabúes de la intocabilidad, dice Antonio Helguera «Helguera». ¿Por qué no meterse con la religión, el ejercito o el presidente? Tomaron años de lucha para poder tocar temas como estos sin desaparecer forzadamente. Todos tienen cola que les pisen. El periodista mismo es el primer filtro y decide hasta qué punto llegar.

¿Arte, periodismo o, qué es?
Ya mencioné que se usa el dibujo para configurar imágenes para comunicar cabronamente, pero se hace la pregunta de si esto es arte o si ellos se consideran artistas. Parece ser un tema que los tiene sin cuidado. Pueden ser llamados caricaturistas, moneros, dibujantes pero lo que no está en duda es que son periodistas, y como tal actúan desde la información, consultan fuentes y ellos dan una opinión de manera gráfica. Tratar de formar una opinión «objetiva» es imposible, hay que tomar una postura, que no es igual a ser simpatizante o militante de un partido político. Esta opinión con una postura no debería de restar credibilidad, aclara Rafael Barajas «El Fisgón». Esta opinión será más potente con elementos bien utilizados que son reflejos de una sociedad, entonces tendrá más impacto con el público. Las caricaturas no son pensadas para estar en un museo o galería (aunque lo han llegado a estar), son creadas para ser vistas por las masas, para hacer reír y reflexionar.
Desde hace mucho hay un debate arduo sobre si un dibujo es diseño, arte o banal publicidad, al estar en medios de comunicación. Es común escuchar la postura de que si no es un trabajo elevado, plasmado comúnmente en un lienzo o esculpido, y que lo valide una institución con la etiqueta de arte, no se puede llamar así. Ésta es una pequeña muestra de debates académicos que parecen no tener un punto de acuerdo. Hay quiénes marcan que el arte, para serlo, sólo tiene que ser concebido por su creador como tal.
Como ya dije antes, la mayoría se concibe a si mismo como periodista, pero muchos abogan por la postura de que lo suyo es arte, como Antonio Antunes «Antonio» o Ángel Boligán «Boligan», que es uno de tantos formado en la carrera de Bellas Artes y que ejercen desde el humor y la opinión.
Me inclino más por la postura de que es arte de gran impacto social, sorprende a las masas. Muchos dibujantes se sienten orgullosos al ver que gustan sus dibujos, más cuando la gente se tomó la molestia de coleccionarlos o de ampliarlos y pegarlos en letreros y pancartas para manifestaciones. Usted juzgue.